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Como el Emperador de China era ya muy viejo, estaba buscando a una persona honesta que pudiera sucederlo en el trono. Se le ocurrió hacer un concurso.

Convocó a todos los niños del reino y les informó que recibirían una semilla. El que volviera al cabo de un año con la flor más hermosa heredaría el trono. Al llegar a su casa uno de los niños, Ping, la plantó en una maceta y la colocó en el mejor lugar del jardín, donde recibía la luz del sol y el rocío de una fuente cercana. Pero la semilla nunca germinó.

Transcurrió el año del concurso y cientos de niños se presentaron en el palacio con sus plantas. En la fila destacaba un brillante colorido: rojo, morado, rosa... Ping lloró al ver que su maceta sólo tenía tierra. En el gran patio los niños se formaron para exhibir sus logros. El viejo emperador, que caminaba con dificultad, veía una flor y otra. Apreciaba su textura y matices o inhalaba su perfume sin hacer comentarios. Cuando llegó frente a Ping, éste se asustó mucho, temiendo un regaño.

— ¿Acaso no plantaste la semilla que te di? —le preguntó el emperador.

— La planté y por más cuidado que puse nunca brotó nada de ella —explicó el pequeño.

El emperador siguió examinando las flores de los demás niños. Al cabo de un rato informó que había tomado una decisión.

— Queridos niños. No comprendo de dónde salieron todas las flores que he visto esta mañana. Las semillas que les entregué estaban hervidas y no podían germinar. Ping es la única persona honesta entre todos ustedes, pues tuvo el valor de traer la maceta sin planta alguna. He decidido heredarle mi reino. Sólo un hombre honrado puede gobernar esta gran nación.

Cuento popular chino

Caso 1: En el transcurso de un ensayo clínico el enfermero se encuentra infundiendo a dos pacientes del mismo estudio. Se dispone a colocar el último de dos frascos de 100 ml cuando advierte que erróneamente inicia la infusión del frasco A al paciente B. De inmediato retira la guía del suero, solo pasaron 3,7 ml. Corregido el error documenta lo sucedido en la historia clínica. El investigador principal, avisado del hecho, entra en la sala de infusiones para supervisar el estado de los pacientes cuando el enfermero afligido intenta dar una explicación El IP lo interrumpe con voz suave pero firme: “después hablamos”, propuesta que también es escuchada por los pacientes. Una vez finalizada la infusión el paciente que había recibido 3,7 ml del frasco equivocado enfrenta al Investigador y, con gesto de preocupación, le dice: “no lo rete doctor, fue un segundo, le dije que no lo escribiera” 

Caso 2: En un estudio clínico empleando una nueva droga en emergencias el subinvestigador documenta los signos vitales en lo que tenía más cerca: su guante izquierdo. Sin dudarlo, al finalizar su trabajo, y siguiendo el espíritu de GCP-ICH acerca de dato fuente (1-51) y documento fuente (1-52), se los quita y lo guarda en un folio dentro de la historia clínica 

Caso 3:Los signos vitales después de la administración de la medicación de estudio deben tomarse a los 30 minutos. Los documentos fuentes registran 29, 31, 34… minutos, nunca 30 exactos. Cada uno de estos registros es observado como una desviación al protocolo. El equipo de investigación se esfuerza por cumplirlo, pero no es posible: el paciente en el baño, el investigador respondiendo una llamada, etc. Los minutos corren, tanto como los desvíos. Una enmienda al estudio incorporando, una ventana de más-menos 5 minutos, hace que casi mágicamente y sin reentrenamientos los desvíos desaparezcan.

El investigador es un cronista de la realidad, no la crea, la pone en evidencia. Ocasionalmente se enfrenta a circunstancias que lo exponen, es ahí cuando el impulso hacia la perfección entra en escena. Honestidad o perfección parecerían ser el dilema que afronta. Tal dilema es un sofisma: la honestidad prevalece, aún cuando de ella surjan evidencias de nuestras propias debilidades. La transparencia es la perfección misma. 

No hablamos de fraude ni de apología del error, hablamos de mostrar la realidad tal cual se nos presenta, adhiriendo al principio irrenunciable de la honestidad como valor fundacional de la investigación clínica. El equipo de investigación es quien se enfrenta al “momento de la verdad” a la “mirada del afectado”… a la incertidumbre de la vida misma (y que no conoce de normativas), debe estar equipados para aprender, desaprender y reaprender frente a cada error.

La deshonestidad como instrumento de “perfección”, no solo es un acto de ingenuidad, es un acto de debilidad frente a la exposición a la crítica ajena y contribuye a horadar la plataforma básica sobre la que se sustenta toda investigación: la confiabilidad.

Dr. Jorge Velasco Zamora

Presidente Fundación Articular
Director Médico Instituto CER, Quilmes

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